domingo, 1 de enero de 2012

¿Quién soy?


Por Pilar Marmolejo  

¿Quién soy yo? “Soy producto de las frustraciones de mi madre”, suelo contestar. Quien conoce a Chela podrá entender mucho de lo que soy y probablemente seré.

Las respuestas a este cuestionamiento normalmente son vagas y difusas, poco comprometedoras, o se limitan a destacar las “aparentes” cualidades que nuestra madre o pareja suele repetirnos al tratar de describir por qué somos valiosos o en qué se basa su amor, lo que siendo claros es una descripción poco objetiva, de quien nos ama, sin importar mucho quiénes somos.

Pero ¿realmente, en el transcurso de la vida, nos detenemos y pensamos qué nos gusta o qué nos disgusta de quienes somos? Creo que no. Algunos tenemos más claro lo que NO queremos ser, o lo que queremos llegar a ser. Pero eso de hacer un acto de contrición sobre quiénes somos, normalmente no se nos da.

Sin entrar a ningún tipo de cuestionamiento filosófico o psicológico sobre quiénes somos, ni por qué (que podría considerarse un discusión no provechosa o justificante sobre nuestro pasado) considero que lo importante -después de leer incluso a mis dos amigos Alex y Guillermo- es que somos producto, por un lado, de los cuidados o no de nuestros padres, familias, maestros o amigos, y por otro, de las decisiones que, aun siendo pequeños, hemos venido tomando. Eso de echarle la culpa o justificarnos a través de nuestra historia, a mí, cuando menos, me parece injusta.

Ambos aspectos, en conjunto con los eventos de fracaso, dolor, equivocación e incluso en este concepto muy adecuado, planteado por Alex Castañeda, de “robo” que hemos experimentado en nuestra vida, concluye en quiénes somos y qué queremos.

Algo que puede funcionar, a mi parecer, es iniciar con un autolistado de cualidades  y carencias, que pueden ir desde lo físico hasta lo emocional, así como conductas o actividades que nos gusta o disgusta realizar.

El objetivo es identificar mínimamente qué nos hace felices y qué no, qué está en nuestras manos solucionar, corregir, aprender, tomar riesgos, experimentar y qué no.

Debemos tener una conciencia clara, de aquellos puntos que convendría modificar o cambiar. Nunca seremos más altos de lo que somos como adultos, ni nunca cambiará el color de nuestra piel, aun y cuando Michael Jackson lo haya intentado.

Tampoco recuperaremos lo robado, aun y cuando atrapen al ladrón, ya que la experiencia y la indignación, entre otras, marcó parte nuestra vida, pero sí podemos convertirlo en una experiencia enriquecedora a pesar de que sea dolorosa.

El reto es saber identificar lo que nos hace felices y nos disgusta, lo que nos duele o lo que nos cuesta trabajo realizar, lo que es factible cambiar y aquello que no lo es, lo que queremos que sea diferente y lo que realizaremos para ello. El identificar todos estos aspectos, tenerlos presentes y conscientes, así como dedicar parte de nuestro tiempo a trabajar en ellos, debe de ser la base para iniciar un cambio positivo en nuestra vida.

Siempre he pensado que la única responsabilidad que depende de nosotros y de nadie más, es nuestra propia felicidad.






1 comentario:

  1. PM, "como he sufrido en mi vida la sensación de caminar en los zapatos de otro antes que yo" me refiero a pareceres a alguien mas: a nuestra madre o padre. Verse con los demás: los hijos y los amigos, comportados como lo harían "ELLOS", aquellos que te hicieron a fuerza de costumbre.. Me adhiero con este artículo que me llega profundamente. Alex

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