Por Pilar
Marmolejo
¿Quién soy yo?
“Soy producto de las frustraciones de mi madre”, suelo contestar. Quien conoce
a Chela podrá entender mucho de lo que soy y probablemente seré.
Las respuestas
a este cuestionamiento normalmente son vagas y difusas, poco comprometedoras, o
se limitan a destacar las “aparentes” cualidades que nuestra madre o pareja
suele repetirnos al tratar de describir por qué somos valiosos o en qué se basa
su amor, lo que siendo claros es una descripción poco objetiva, de quien nos
ama, sin importar mucho quiénes somos.
Pero ¿realmente,
en el transcurso de la vida, nos detenemos y pensamos qué nos gusta o qué nos
disgusta de quienes somos? Creo que no. Algunos tenemos más claro lo que NO
queremos ser, o lo que queremos llegar a ser. Pero eso de hacer un acto de
contrición sobre quiénes somos, normalmente no se nos da.
Sin entrar a
ningún tipo de cuestionamiento filosófico o psicológico sobre quiénes somos, ni
por qué (que podría considerarse un discusión no provechosa o justificante
sobre nuestro pasado) considero que lo importante -después de leer incluso a mis
dos amigos Alex y Guillermo- es que somos producto, por un lado, de los cuidados
o no de nuestros padres, familias, maestros o amigos, y por otro, de las
decisiones que, aun siendo pequeños, hemos venido tomando. Eso de echarle la
culpa o justificarnos a través de nuestra historia, a mí, cuando menos, me
parece injusta.
Ambos aspectos,
en conjunto con los eventos de fracaso, dolor, equivocación e incluso en este
concepto muy adecuado, planteado por Alex Castañeda, de “robo” que hemos
experimentado en nuestra vida, concluye en quiénes somos y qué queremos.
Algo que puede
funcionar, a mi parecer, es iniciar con un autolistado de cualidades y carencias, que pueden ir desde lo físico
hasta lo emocional, así como conductas o actividades que nos gusta o disgusta
realizar.
El objetivo es
identificar mínimamente qué nos hace felices y qué no, qué está en nuestras
manos solucionar, corregir, aprender, tomar riesgos, experimentar y qué no.
Debemos tener
una conciencia clara, de aquellos puntos que convendría modificar o cambiar. Nunca
seremos más altos de lo que somos como adultos, ni nunca cambiará el color de
nuestra piel, aun y cuando Michael Jackson lo haya intentado.
Tampoco
recuperaremos lo robado, aun y cuando atrapen al ladrón, ya que la experiencia
y la indignación, entre otras, marcó parte nuestra vida, pero sí podemos
convertirlo en una experiencia enriquecedora a pesar de que sea dolorosa.
El reto es
saber identificar lo que nos hace felices y nos disgusta, lo que nos duele o lo
que nos cuesta trabajo realizar, lo que es factible cambiar y aquello que no lo
es, lo que queremos que sea diferente y lo que realizaremos para ello. El
identificar todos estos aspectos, tenerlos presentes y conscientes, así como dedicar
parte de nuestro tiempo a trabajar en ellos, debe de ser la base para iniciar
un cambio positivo en nuestra vida.
Siempre he
pensado que la única responsabilidad que depende de nosotros y de nadie más, es
nuestra propia felicidad.
PM, "como he sufrido en mi vida la sensación de caminar en los zapatos de otro antes que yo" me refiero a pareceres a alguien mas: a nuestra madre o padre. Verse con los demás: los hijos y los amigos, comportados como lo harían "ELLOS", aquellos que te hicieron a fuerza de costumbre.. Me adhiero con este artículo que me llega profundamente. Alex
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