jueves, 5 de enero de 2012

¿Soy quien quiero ser?

Por Jaime Valdes Neri

Escucha mientras lees.

Soy, luego existo.
o
existo, luego soy.
Hagan sus apuestas.


Sartre dice que la existencia precede a la esencia lo cual es inobjetable y su verificación es un tanto dramática: si dejas de existir no queda esencia ni nada. Muy bien por el francés, pero, existir: ¿para qué?


Ser


Primero se es y luego se adquiere nivel de ser.


Soy engendrado y vengo con un código genético que mostrara tendencias. Traigo conmigo quizá la vocación de escritor -Dios mediante- pero sólo adquiero nivel de ser escribiendo. Por eso es que unas diez personas me leen y unas diez mil leen a Guillermo Vega Zaragoza: el tiene más ser que yo. Él, tunde las teclas y yo las presiono (las presiono y las amenazo).


Con el ser tenemos tres relaciones: primero con el cuerpo. Si no me da lata, ni caso le hago. Soy respirado, la sangre se hace circular como la voy necesitando y ni me entero. Sí me enfermo, es cuando noto mi cuerpo.


La segunda relación es con el exterior. El 95% de la población del planeta responderá a la pregunta en cuestión, desde aquí. Asi que tomemos nuestros roles o máscaras: padre de familia, hijo, esposo, empresario, músico, terapeuta, consultor, amante, politico de izquierda, etc. En realidad son varios roles más, quizá cientos que podemos agrupar en 3, 6 o 10 áreas. Propongo 9: 1. Salud, 2. Familia y amigos, 3. Medio ambiente en hogar y trabajo, 4. Recreación, 5. Finanzas pesonales, 6. Carrera y educación, 7. Relaciones íntimas, 8. Espiritualidad y 9. Comunidad/servicio. (Hay varios ejemplos de este ejercicio)


La mayoría no es lo que quiere ser en todas esas áreas. Yo hice mi Rueda de la Vida y si la usara para llantas de mi bici, parecería un picapiedra. Evidentemente, no soy lo que quiero ser. Regresaré a este punto cuando responda a la pregunta de la autocrítica.


La tercera es la relación del ser consigo mismo. El 95% de la población no necesita esta relación y el cuerpo tampoco. Podemos decir que es una relación consigo mismo y en la que se puede estar equivocado: pienso cuando debo sentir o siento cuando debo pensar. Es la típica forma de vivir en la que pienso algo, digo algo distinto y hago otra cosa totalmete diferente.


Para acabarla, en casi todos los que lean estas aportaciones, hay un vacío. Puedes tener muchos amigos/dinero o pasion en tu profesión/buena relación de pareja, pero el vacío, la carencia, el anhelo de algo más está ahí. El que ama a su pareja busca dinero, lo obtiene y se divorcia y busca otra pareja. El que tiene dinero no encuentra pasión en lo que hace y sueña con la vida sencilla e idealizada de un pescador.


Ese vacío es como no estar en casa. Deseas algo para ser feliz, lo obtienes, la felicidad es efímera y vuelves a desear algo más. Hay paliativos como la religión, comida, bebida, compras, sexo, poder, etc. Vivimos como en una película donde la felicidad no llega.


Existo sólo cuando soy.


En la metáfora de la película, hay tres elementos: lo que se proyecta, el expectador y la pantalla. En mi película me identifico con un hombre con dos hijos -hembra y varón-, que se casa, se divorcia, hace dinero, lo pierde, empieza una búsqueda espiritual, intenta escribir, quiere hacer música, muere. El expectador son los demás, eso que nombro la relación con el exterior y yo mismo...cuando me doy cuenta.


El mejor elemento es la pantalla: ella sólo refleja. Se acaba la función y no se queda con nada, hasta el la siguiente proyección (Creo que se parece más a una serie que va capítulo por capítulo y la serie muere cuando baja el rating). Para la pantalla no hay tiempo ni espacio.


Ese es el quid. Hay que ser pantalla no la película. Ver los sucesos que acontecen en mi película y dejarlos pasar. Solo ser. Ser ante el placer de escribir esto y el vino que bebo en este momento, que es remplazado ahora por el ruido de la licuadora que interfiere con el blues que sale por las bocinas, ahora ante la llamada por teléfono de mi amigo que me pide ser aval ante su arrendario y ahora de este momento en que no escribo y sólo leo en la pantalla (como ven, escribo en presente y ya paso, así es la pantalla).


Ahora puedo ver esto, antes no podía. Existí en esos momentos que describo arriba y en este en que escribo. Hubo varios momentos en este día en que he estado como robot: sin estar. Así que existo cuando mi Ser está, Es.


Es sólo en esos momentos en que soy quién quiero ser. Y espero como Nietzsche -cuya música nos acompañó, que al final de mis días desee volver a vivir esta vida con todos sus claroscuros.

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