viernes, 30 de diciembre de 2011

Dos grandes verdades para navegar la vida

He llegado a la conclusión de que hay dos verdades distintivas y precisas que pueden servirnos de “Manual del Propietario” en la puesta en marcha y operación cotidiana del saber vivir “la vida” y me gustaría compartirlas en este blog:
En la novela “El volador de Cometas” (“The Kite Runner”) de Khaled Hosseini publicada en el año 2003, el autor: en la trayectoria de la narrativa, nos obsequia con un concepto moral de alto nivel digno de usarse como guía, “una y otra vez”, en la constante necesidad de tomar decisiones ante los problemas planteados por la cotidianidad y el destino: él toca el tema del “robo”. 
Hosseini nos dice que solo existe un pecado, sólo uno, y ese es el pecado de “robar”.  Cuando matas escribe: robas, sí, robas a...: un padre de su hijo, a una mujer de su esposo, a un amigo de sus amigos y a unos hijos de sus padres. Cuando hieres, le robas a alguien la salud y la capacidad de trabajar y por lo tanto le robas a la larga el bienestar. Cuando abandonas, robas la alegría y cuando sustraes bienes ajenos; te llevas objetos y posesiones que son valiosas para alguien: provocas tristezas pues robas, no tanto objetos, sino felicidades y orgullos. En síntesis, no robes ni lo material, ni lo espiritual y mucho menos la mas preciada de las posesiones, no robes vida.
El doctor Viktor Emil Frankl, en su libro “El hombre en busca del sentido” publicado en 1946, nos presenta, entre muchas, una poderosa y práctica técnica (de contenido moral) la cual nos habilita para confrontar, manejar, sufrir y salir adelante con entereza de cualquier posible revés que nos presente la vida. El seminal libro basado en su práctica y estudios médicos profesionales como psiquiatra y alimentado por las terribles experiencias sufridas en el campo de concentración del “Nacional Socialismo Nazi” (donde fuera confinado al perder su libertad, como tantos otros judíos en los años de la guerra), Frankl nos habla de cómo, ante aquel insoportable confinamiento y su consecuente dolor físico y espiritual, muchos de los ahí recluidos paliaban el dolor sobreponiéndose estoicamente al mismo por vía de asistir a otros a llevar y soportar su propio dolor: “cuenta el autor que al encontrarse uno de los hombres a punto de cometer suicidio, los amigos le recordaron que él tenía un hijo en Norteamérica que le esperaba con anhelo y que requería de su amor de padre, este hombre se sobrepuso a su tristeza y salió adelante para vivir un día mas y así tirar para adelante”. 
No es ajena a persona alguna la noción de que una madre es capaz de dar todo por sus hijos: soportar cualquier dolor, infelicidad e inclemencia con tal de poder auxiliarles por sobre de ella misma. Para nadie es ajeno tampoco el hecho de cuando eres responsabilizado de la salud y bienestar de un tercero, sientes que no puedes desfallecer o morir y obtienes fuerzas insospechadas de tus flaquezas evidentes.
En resumidas cuentas:
Dos conceptos de profunda valor a ser asimilados:
No robes y cuida de alguien o algo. 
No despojes a persona alguna de su propiedad: vida, salud y posesiones y siempre ten algo que cuidar, conservar, preservar, sanar y amar: sobre todo, aprende a amar.  

A. Castañeda

1 comentario:

  1. Alex, mil gracias por ser el primero!! Estamos muy entusiasmados! Un abrazo!!

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